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¡Ni un puto peso!

¡Ni un puto peso!

Estas fueron las sinceras palabras expresadas por el Presidente ejecutivo de Codelco, Nelson Pizarro, sobre la situación financiera de una de las principales empresas de cobre del mundo, y que año a año, contribuye en forma importante al erario nacional. Dicha frase nos hace presumir el probable mensaje que tendrán nuestras autoridades para las demandas sociales de los próximos años.

¡Ni un peso para educación!

¡Ni un peso para salud!

¡Ni un para nuestros pensiones!

¡Ni un peso para los niños más vulnerables!

¡Ni un peso para vivienda!

¡Y un largo etc. etc., de ni un “puto peso”…

Ni un “puto” peso para nada – o “poquito para todo”-, será la respuesta para distintas demandas ciudadanas que acrecentarán nuestro descontento social, y que en un escenario internacional convulsionado por el bajo crecimiento, ya tenemos varios economistas que pronostican que para el 2018 Chile incrementará su deuda externa en aproximadamente un 25% del PIB, deberemos buscar alternativas que responsablemente mejoren el bienestar de nuestra gente.

Ha llegado el momento de hacer las cosas con mayor perspectiva de futuro, por lo que nuestras instituciones públicas y los agentes políticos encargados de diseñarla e implementarla, deberán estar a la altura de este desafío.

Recientemente nos tocó revisar la evolución de países que hoy son desarrollados con niveles de PIB per cápita de más de treinta mil dólares, y que al igual que en Chile, su matriz económica de desarrollo estuvo fuertemente ligada a la explotación de materias primas.

Estamos hablando de países como Australia, Nueva Zelanda, y Canadá-entre otros-  que hace más de 40 años discutieron largamente, y lograron  acuerdos  en temas transcendentales para su  desarrollo.

Sin embargo, y lo preocupante, es que estos países, lo voy a volver a decir, aunque sea  poco alentador,  hace más de 40 años”, cuando tenían el PIB que  Chile tiene hoy, nos doblaban y hasta sextuplicaban en solicitudes de patentes tecnológicas, tenían más del doble de profesionales dedicados a investigación y desarrollo, y todos superaban en más de cinco veces las publicaciones científicas de Chile, por millón de habitantes. Recuerde que  estos países tenían estas cifras hace más de 40 años , y que aún Chile, en el presente, no es capaz de igualar ese punto de partida.

Pues bien, urge contar con una hoja de ruta hacia el futuro, que entre otros elementos, desarrolle la investigación, la ciencia y la innovación del país. Donde el mercado haga su parte, pero también sea el Estado el que lidere la generación de políticas públicas que permitan avanzar hacia el desarrollo y que viabilice (vía nuevas reformas “probablemente tributarias”),  generar esos “pesos” que son necesarios para mejorar las condiciones de vida de nuestros ciudadanos más vulnerables.

Mientras más nos demoremos en partir, más tiempo estaremos en discusiones bizantinas sobre el crecimiento y el desarrollo. Recuerden que estamos hablando de partir,  para lograr superar los 30 mil dólares per cápita en varias décadas más.

Así, uno de los primeros acuerdos nacionales que debemos lograr es contar con una política que impulse la investigación y desarrollo, que permita generar capacidades de innovación en los distintos sectores de la economía de nuestro país. Esta deberá ir aparejada de un verdadero esfuerzo destinado a la calificación de los recursos humanos (del capital humano) que sea apto a aplicar esa necesaria innovación.

Es por esto que el rol del Estado se hace primordial y esperamos pronto – junto con seguir avanzando en el día a día – comenzar a preocuparnos del Chile del futuro.

Con este objetivo país en mente, podemos pensar que Chile necesitará, por ejemplo de una nueva política migratoria, que sea capaz de atraer talentos a nuestro delgado y largo país. Ya lo dijo el destacado economista Ricardo Hausmann, “los padres de Steve Jobs no habrían logrado entrar a Chile”.

Iniciemos la construcción de un plan nacional de conectividad, que ponga en valor la posición geográfica frente a las economías del Pacífico, lo que probablemente requiera de una nueva modalidad de política de integración comercial con los países de la región. Carreteras, puertos e infraestructura al servicio del comercio internacional.

Se deberá avanzar, coordinadamente en los distintos frentes, impulsando un diálogo público – privado que permita cambios progresivos en los distintos sectores de la economía… como dicen por ahí, sin prisa, pero sin pausa.

Comencemos hoy las políticas que darán vida al Chile de treinta años más. Con iniciativas que nos aseguren mejores condiciones para cubrir de buena forma los derechos básicos de nuestros ciudadanos, lo que a la luz de los resultados, ha sido descuidado por nuestro Estado.

De ahí nuestra legítima preocupación por Codelco y sus “putos pesos”.

 

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