Agricultura en la OCDE
En abril recién pasado se reunieron los ministros de agricultura de los países miembros de la OCDE, en la sede de Paris. Fue en Febrero del 2010 cuando se vieron por última vez, tiempo en que la volatilidad e inestabilidad de los mercados mundiales de alimentos eran las principales preocupaciones.
El interés actual de los ministros es evaluar las políticas agrícolas respecto de los nuevos desafíos y prioridades públicas. El encuentro se centró en analizar y discutir sobre las “mejores políticas para lograr un sistema alimentario global productivo, sustentable y resiliente”.
El análisis de este nuevo escenario global, identificó al crecimiento de la población mundial y al aumento de sus niveles de ingresos, como los principales factores que están impulsando una mayor demanda por productos agrícolas y por más alimentos en general.
A su vez, reconocen que el sector de la agricultura -en la mayoría de las regiones del mundo- está enfrentando el desafío de adaptarse al cambio climático y a sus efectos. Hoy los desastres y catástrofes naturales, derivados de este fenómeno atmosférico global, son cada vez más frecuentes y más intensos. En este escenario, lo más innovador y desafiante para el sector agroalimentario es asumir un rol más protagónico y activo en los procesos de mitigación, para enfrentar de forma satisfactoria los daños originados por estos siniestros naturales.
En el marco de la OCDE, el debate internacional sobre la política agroalimentaria, sitúa la discusión sobre visiones que parecen contrapuestas, donde el desafío es conciliar intereses diversos. Hoy los consumidores exigen adicionalmente que los productos sean nutritivos, sanos y más amigables con el medio ambiente; con agricultores que reclaman una valorización mayor y un precio más justo por su trabajo; y un planeta Tierra que clama por un menor uso de los recursos naturales, cada vez más escasos, y que se empleen de forma más eficiente.
Para los ministros reunidos en París, el desafío principal de la agricultura global es asegurar hoy y al futuro la disponibilidad de alimentos para más de nueve mil millones de personas que tendrá nuestro planeta al año 2050. De lo anterior, el mayor reto es lograrlo de manera duradera, gestionando en forma sostenible los limitados recursos naturales, sobre los cuales se basa el sistema alimentario global.
A las nuevas exigencias para la agricultura global, están los objetivos permanentes a los que no se renuncia: mejorar la nutrición de la población mundial, promover más y mejores oportunidades económicas que revitalicen las áreas rurales y ayudar a los pequeños agricultores que enfrentan situaciones de pobreza, retraso social y productivo.
Los ministros coincidieron que el contexto actual en el cual se desarrolla la actividad agrícola global está marcado por tres factores determinantes: aumento de los eventos extremos relativos al clima, crecimiento sostenido de los riesgos sanitarios, y marcadas fluctuaciones de los mercados agroalimentarios internacionales.
En el diseño de las políticas agroalimentarias, por mucho tiempo el foco había sido la productividad; en los últimos años fue la sostenibilidad la que recibió una atención creciente. Hoy la resiliencia del sector agrícola y alimentario debe ser el núcleo y eje fundamental en la elaboración de las políticas para el sector. Las políticas agroalimentarias deben promover la resiliencia, que es la capacidad del sector agroalimentario para hacer frente y superar los escenarios de riesgos, ya sean de desastres naturales, de origen sanitario o de mercados volátiles.
La declaración de los ministros establece que construir resiliencia para el sector agroalimentario es emplazar la piedra angular para el cumplimiento de los objetivos globales. El desafío se enfoca en establecer políticas que permitan a los productores, mercados, Gobiernos y otras instituciones responder positivamente y adaptarse en forma rápida a estos riesgos basados en acontecimientos meteorológicos imprevisibles, surgimiento de plagas y enfermedades, y la volatilidad de los mercados.
Este encuentro de los ministros de agricultura de la OCDE, debe representar para Chile una oportunidad para evaluar y medir objetivamente la consistencia del conjunto de políticas agroalimentarias vigentes y sobre todo reorientar el trabajo de diseño futuro de las políticas, desde las perspectivas de la productividad y sostenibilidad, hacia la resiliencia.
El sector agroalimentario tiene que desplegar una acción integrada en el marco del cambio climático, no basta con tener una suma de acciones dispersas. Se deben identificar y desarrollar acciones que impacten positivamente a nivel de variaciones en los climas locales. Se deben generar modelos de proyecciones de incidencias de plagas y enfermedades, que permitan generar mapas de riesgo y programas de contingencia. Se han de generar modelos de desarrollo de cultivos y simuladores para distintos períodos de siembra, intensidades de riego y uso de otros insumos. Se deben desarrollar proyectos de riego que respondan a focalización y direccionamiento, priorizando territorios por medio de la oferta y no sólo desde la demanda.
Las acciones deben apuntar a potenciar nuevas zonas agrícolas, innovar en modelos y opciones de cultivos, desarrollar variedades nuevas, entre otras. De lo anterior se desprende que, en el diseño de las políticas agroalimentarias, será clave considerar la investigación, ciencia e innovación, que apunten no sólo a la fase primaria, sino que incorporen la fase agroindustrial y de mayor valor agregado para el sector agroalimentario.
Las políticas diseñadas bajo este nuevo marco le permitirán a la agricultura chilena avanzar progresivamente en la adaptación al cambio climático y hacia una mayor mitigación de sus efectos; pero lo más importante, le ayudará a consolidar sus bases para la sustentabilidad en el largo plazo y simultáneamente, asumir las tareas urgentes que le permitan repotenciar la competitividad perdida.
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